jueves, 16 de abril de 2009

Esto no es un juego, Víctor


Una cosa es imaginar la ceguera. Como si se tratara de un juego: caminar por la casa con los ojos cerrados; dar la vuelta a la manzana con un antifaz. Hay incluso restaurantes que ofrecen menús a ciegas. Un festival de los sentidos, lo llaman.
Pero la ceguera de Víctor no es imaginaria. Tiene que aprender que para hervir un simple y maldito huevo duro hace falta encadenar decenas de gestos automatizados a la perfección porque, tras cada posible fallo, acecha una quemadura, una explosión o, en el más leve de los casos, una frustración hambrienta. Esto no es un juego. Y si lo es, nadie conoce las reglas.

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